Terapias complementarias, nunca solas
El Diario Médico ha publicado este artículo sobre las terapias complementarias:
El arsenal que los pacientes encuentran en el mercado es muy amplio, y algunas de estas terapias, como la tímica, han sido prescritas en las consultas. También son conocidas y utilizadas, con más o menos rigor científico, las terapias dietético-metabólicas basadas en dietas macrobióticas, las megadosis de vitaminas, la homeopatía, los antiangiogénicos como el cartílago bovino y de tiburón, el uso de hormonas, las técnicas de control mental, las terapias energéticas y electromagnéticas y la apipuntura.
Según Beatriz Martínez, oncóloga del Hospital La Paz, de Madrid, “no existen evidencias del efecto antitumoral ni de un aumento de la supervivencia cuando se estudian estas técnicas de forma global”. Sin embargo, parece que funcionan en síntomas como el dolor, la ansiedad y las náuseas tras una intervención quirúrgica y un tratamiento quimioterápico. Las técnicas más útiles son la acupuntura, la hipnosis y el masaje. Lo básico es que nunca sustituyan a un tratamiento oncológico, no sean tóxicos y que sean manejadas por expertos.
Acupuntura
Rafael Cobos, de la Clínica del Dolor del Hospital Virgen del Rocío, de Sevilla, explica que en la acupuntura se realiza la inserción de agujas metálicas muy finas en puntos específicos a nivel anatómico, por lo que debe realizarlo un facultativo experto en la materia. “Es importante tener en cuenta que muchos pacientes que padecen cáncer y acaban en cuidados paliativos utilizan acupuntura, sobre todo en las sociedades desarrolladas”.
La medicina complementaria se utiliza conjuntamente con la convencional para mitigar algunos síntomas colaterales porque no funcionan los tratamientos habituales o como un apoyo. Según Cobos, los pacientes suelen acudir a estas técnicas para prolongar la supervivencia, paliar los efectos secundarios de los tratamientos, desintoxicar el organismo, y elevar la inmunidad y la calidad de vida. “Los médicos de paliativos y de oncología deben saber dónde acuden los pacientes a recibir otras terapias y por qué lo hacen”. Aunque hacen falta más estudios rigurosos, la acupuntura parece ser eficaz en el control de la náusea, en el tratamiento del dolor y para el prurito, la disnea, la ansiedad, el insomnio y la xerostomía. Además, no debe realizarse en anticoagulados, en heridas, piel infectada ni sobre tumores.
María José Alonso, farmacéutica y profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, afirma que el 11 por ciento del arsenal terapéutico disponible proviene de las plantas, un tercio de la población consume plantas medicinales con fines terapéuticos, y el 99 por ciento no se lo comunica a su médico. “Los profesionales caemos en la idea de que al ser productos naturales no son perjudiciales.
Pero la cicuta también lo es y mata. Hay que dar a los pacientes una información veraz y científica para que no tomen plantas que puedan interaccionar con sus fármacos”. Para ello hay que educar también a los profesionales de la salud, y conseguir una regulación de las plantas libres. El paciente a veces miente, explica Alonso, por lo que hay que indagar qué tipo de plantas utiliza. “No hay que preguntarles si utilizan fitoterapia, ya que la confunden con fisioterapia y responden: bueno, algún masaje sí me doy”.
El hipérico, por ejemplo, en interacción con los anticoagulantes parece reducir la absorción; la frángula puede interactuar con antineoplásicos y corticoides orales, y el hongo maitake, con los anticoagulantes.
Por otro lado, el reiki es un sistema de sanación a través de la energía de la imposición de manos, y no tiene interacción con fármacos, efectos secundarios o contraiindicaciones, según explica Margarita Feijóo, oncóloga del Hospital La Moraleja, de Madrid. Es una práctica espiritual que entiende que la energía tiene capacidad por sí misma para ir al lugar donde hay un desequilibrio. “No se tiene claro su mecanismo de acción ni cómo funciona, pero se cree que reequilibra el biocampo, refuerza la capacidad de lucha del organismo y eleva la resistencia al estrés”.
En el paciente oncológico se altera el bienestar físico y psíquico, por lo que el reiki puede ayudar a mantener una actitud vital en el momento del diagnóstico, a conseguir relajación y el control de los efectos secundarios durante el tratamiento, a mejorar algunos síntomas como el dolor y el insomnio, o paliar la agonía del paciente terminal, según Feijóo. Su práctica se ha incorporado ya en servicios de hospitales como el Ramón y Cajal, el 12 de Octubre, y el Memorial Sloan Kettering, en Nueva York.
“No podemos olvidar que la medicina actual deriva de la fitoterapia y las observaciones. Debe haber algo que se nos escapa. Tendríamos que estudiar todas las técnicas con rigor científico. Lo intangible existe, pero como hablamos de medicina hay que tratar de objetivar”, dice Manuel González Barón, jefe de Servicio de Oncología Médica, de La Paz, y coordinador de la reunión.