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Empujados por una serie de acontecimientos extraños(manifestaciones, se llaman), que comenzaron a sucedernos a todos y cada uno de los que vivíamos en casa, nos vimos obligados a elegir entre: O bien taparnos los ojos y negarnos a examinar lo que estaba siendo más que evidente, cerrando con ello la puerta al alma de nuestra hija, y mantenernos así firmes en unas ideas preconcebidas, aparentemente más racionales, e integradas en “el pensamiento único” mayoritario de nuestro sistema. O abrirlos y “mirar”, no sólo a nuestro alrededor, sino también en nuestro interior. Decidimos dejarnos llevar por la intuición que nos hablaba desde el corazón y, sin miedo a tener que re-considerar los valores en los que habíamos construido nuestras creencias, elegimos la segunda opción.
¡No!, no ha sido fácil mantenernos en ese camino, porque no sólo hemos tenido que enfrentarnos a nuestros propios pre-juicios, y vencer la inercia de tantos años de ideas preconcebidas, de prejuicios acumulados en nuestra manera de pensar, sino que sobre todo al principio, que no sabíamos a dónde ir para poder contrastar con otras personas nuestra experiencia-, lo tuvimos que hacer solos, sin el apoyo de los más próximos, sino todo lo contrario.
Pero ellos no estaban viendo en sus casas lo que un día y otro también, pasaba en la nuestra y que para nosotros era tan sorprendente. Ellos no necesitaban poner en cuestión sus creencias. Les resultaba sencillo, incluso muy cómodo y complaciente el mantenerse en sus mismas ideas. Pero, nosotros, habíamos perdido una hija y lo que estaba ocurriendo desde que ella falleció, parecía indicar que quería provocar nuestra atención. En todo caso, ¿qué podíamos perder si estábamos muertos con ella?
¡No!, no había nada más que perder, así que fuimos “a por todas”. ...Y, pronto, pudimos darnos cuenta de que nuestro juicio sobre la muerte, era el de la “opinión general” de nuestro medio. Pronto descubrimos que nuestra idea sobre la muerte era la que “todos tienen y creen” y, pronto, pudimos advertir que en realidad “nadie sabe nada”, porque, entre otras cosas, todos han pasado, como nosotros mismos, de puntillas ante un tema “tabú”, quizá el único que sigue todavía vigente en nuestra sociedad.
Nosotros, después de muchos avatares y experiencias, que podríamos contar en otra ocasión, hemos llegado a la conclusión de que la muerte no es sino un proceso en el que abandonamos nuestro cuerpo físico formado de materia densa, para, libres de toda atadura física, seguir evolucionando en otra dimensión en la que el Amor es el aire que se respira. El proceso de la metamorfosis de la crisálida con la aparición de la mariposa es un buen ejemplo para hacerse a la idea de lo que acabo de decir.
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