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Me he permitido copiar una carta que una madre ha dejado en otro foro, y hacérosla llegar. Estoy segura de que cuento con su permiso. Una madre que tiene las cosas tan claras ha superado el sufrimiento y desea compartir con los demás su experiencia por si puede servirle a otra persona. Difundir, por lo tanto, su carta va en esa dirección.
María.
Hola a tod@s:
De antemano deciros que, obviamente, esto es sólo una opinión, porque la muerte, lo que hay más allá, es el gran misterio de la vida y nadie, NADIE, podrá convencernos nunca de nada al respecto. Dicen, y es cierto, que solo la fé nos da respuestas, y no me refiero exclusivamente a la Fe religiosa, sea católica, musulmana, budista, etc ... Fé para mí es un convencimiento personal acerca de algo que no tiene demostración científica y mi fé en que existe algo más allá de esta vida está en ver al ser humano. No es un simple animal, no es sólo un cuerpo con más o menos movimiento, con hormonas, genes, "mecanismos internos", neuronas, etc, etc, el ser humano es mucho más que eso; integrado en la naturaleza, parte de un planeta que gira al rededor del sol, que a su vez está integrado en un universo que se rige por unas leyes físicas, químicas, matemáticas pero ... aún somos más que todo eso, mucho más, porque tenemos unas capacidades tan singulares y propias que no puedo pensar que todo lo que somos y podemos hacer se agota en estos "dos, tres, o diez días" que pasamos en este mundo. Nuestra capacidad de amar, de sufrir, de superarnos, de aprender, de odiar o querer, de avanzar o estancarnos, nuestra libertad, en definitiva, que ningún otro ser posee, tiene que ser debido a algo, no puede ser capricho, ni simplicidad, como supondría el vacio y la nada de la muerte sin más allá, toda esa energía que tenemos en vida, nuestra esencia que nos identifica de modo muy individual, todo ello, no se destruye, está en algún lugar. Nosotros, aún los más "desalmados", somos capaces de querer; los más desesperados somos capaces de dar una sonrisa aún en medio de nuestro dolor; los más desvalidos son capaces de realizar grandes azañas; si somo capaces de todo no entra en mi cabeza que después llegue la nada, la no respuesta, el abismo inmenso de la desaparición si más.
Todos los que hemos pasado por una experiencia dolorosa como es la muerte de un ser querido un día, sin más, sin motivo, de pronto nos despertamos esperanzados, de pronto comienza a surgir en nuestro interior otra vez la vida, y ese momento llega cuando aceptamos no sólo que nuestro querido hijo/a, padre, madre, hermano/a, amigo/a se ha ido físicamente, sino lo que para mí es más importante, que está en nuestro corazón, a nuestro lado, que no nos abandona porque allí, en el más allá, en el lugar donde se ha ido, es donde comienza, realmente, la vida, donde se hayan las respuestas que aquí vamos buscando.
No pretendo convencer a nadie, sería estúpido por mi parte creerme en posesión de la verdad, pero si aquí, en la tierra, podemos encontrar alguna respuesta que nos sirva, sé que sólo la hayaremos en nuestro interior, en nuestro corazón abierto al amor de los que se nos han adelantado en este camino.
Un besote a .
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