Llevo puesto un par de zapatos…
Son zapatos feos.
Zapatos incómodos.
Odio mis zapatos…
Cada día los llevo puestos, y cada día quisiera tener otro par.
…Hay días que me duelen tanto que pienso que no puedo caminar un paso más… sin embargo, sigo poniéndolos…
La gente me mira extrañada, con estos zapatos… Sienten por mí.
Veo en sus ojos que están felices porque los zapatos son míos, y no de ellos…
No hablan casi nunca de mis zapatos…
Saber lo incómodo que son estos zapatos, les hace sentir incómodos a ellos…
Para entenderlo debes habértelos puesto…
Pero, una vez que los tengas puestos, ya no hay forma de quitarlos…
Me doy cuenta que no soy la única con estos zapatos.
Hay muchos pares en el mundo…
Hay dueños como yo, a quienes nos duelen el tiempo entero.
Otros aprendieron a vivir con el dolor, que ya no lo sienten tanto…
Hay otros que caminan tanto tiempo en estos zapatos, que ya no se dan cuenta el dolor…
Ninguna persona merece estos zapatos.
Pero, al mismo tiempo me siento más fuerte, con estos zapatos.
Estos zapatos me han dado la fuerza de enfrentarme a cualquier cosa…
Me cambiaron a quien soy ahora.
Eternamente estaré caminando en los zapatos de una madre y padre que perdió un hijo